e shtunë, 26 prill 2008

Carta Inédita: Tercera


Todas las noches, antes de acostarme, te miro de perfil en la sombra del patio.

Es verano, y el calor parece ponernos nerviosas a las dos. Dormir juntas en este estado umbilical es hermoso, pero ambas sabemos que el calor lo complica todo. Entonces, así sean las dos, tres o cuatro de la mañana, saco la reposera afuera, apago las luces, y me entrego al roce del vientito nocturno en mis pestañas.

A veces prendo la radio -bajito, para que tu padre no se despierte- y te canto de a susurros.

Nunca antes, mi chiquita, había sentido la libertad tan de cerca .. qué es ,sino, esto de tenerte flotando dentro mío, en la tranquilidad de la noche, en el vaivén mecedor que tanto nos gusta y con una música imperceptible de testigo.


Carta Inédita: Tercera

Pequeña:

Tendés tu mano para mostrarme tu mundo.
Me llevás a los lugares más estrafalarios posibles en este mundo que resplandece de anormalidad a tu lado, y sos vos la que me das la seguridad para seguir.
Y es que acaso muchos no pueden entender de qué se trata todo esto, no pienso ponerme a perder el tiempo reclamando injusticias ni alentando amores despreciados.
Sabés de que te hablo, hija.
Quizás no todo el mundo pueda quererte -es normal, ya verás. En iguales medidas la gente nos ama y nos odia de mil maneras distintas-, pero basta con que te aprecien los que pueden hacerlo de corazón.
Tu padre hoy no está con nosotras. Vos no tenés la culpa, claro.
Y aunque yo pueda sentirme desdichada, se que hombres en mi vida va a haber muchos... o los suficientes como para rehacerme como mujer.
¿Y vos?, ¿tan chiquita?. ¿Cómo te vas a construir como mujercita sin esa presencia de padre que reclamás muy pocas veces?.

Lo único que puedo decirte, mi Lucía, es que no todo está perdido. Que nos aman, nos odian, nos atraen o nos rechazan... que en la vida va a haber muchos