Lucía de mi vida:
Hablar de vos es hablar, un poco, de mí. De lo que quise ser como persona toda mi vida, y de lo que quiero seguir siendo.
Cuando me enteré que iba a tenerte, lo supe inmediatamente "Ahi viene Lucía", y preparé todo para que fuera como me lo había imaginado. Dejé de trabajar tanto para no hacerte daño, disfruté los kilos de sobrepeso, acaricié mi vientre cada día sin olvidarme de la pequeña Lucía que me habitaba. Y que me habita, cada día, me habitás entera.
No hay acción cotidiana o poco habitual que no tenga que ver con vos, en mi vida. Es así como, cuando voy, por ejemplo, a comprar el pan, compro caramelos para Lucía, que aunque no los pida, los espera ansiosa. O cuando voy a la librería, pido: "Figuritas para Lucía", y el librero sabe: las de Winnie Poh, o de animalitos...
Entonces, hablar de mi también es hablar, un poco, de vos. De lo que sos como persona, de lo que querés ser más adelante... en todo, y como pueda, voy a habitarte un poco.
No confundas, Lucía, no confudas. No dije "invadirte", sí dije "habitarte"... es mi sinónimo para decirte "yo te apoyo", "yo te ayudo" "yo te comprendo" o "yo te enseño".
Y ahora, tengo que interrumpir esta carta: la Lucía que invade nuestra casa pide a gritos que la ayude con la tarea del jardín.
Y volver a la realidad, una inmensa invasión de figuritas de winnies, de animalitos, de pegotes de caramelos, de rulos desparramados, de cachetes colorados...