e enjte, 23 gusht 2007

Lucía:

Lucía la esperada; Lucía la que crece; Lucía la de las manos de sol; Lucía la de los rulos al viento; Lucía la de pesteñas enormes; Lucía la del corazón, aún, más grande; Lucía que va y viene por los médanos de arena; Lucía y su mar; Lucía, mi hija.

Y de repente, aquél quien te negó viene a querer buscarte, a querer darte identidad, a querer modificarte el nombre, las ganas, el ánimo. Derepente aquél al que no le fuiste negada, el que pudo haber compartido tus rulos, tus sonrisas, tus canciones, tus dibujos, tus piernas flacas y tu amor sincero, te quiere de nuevo a su lado.
Y vos, "la Luchia" de mil corazones, lo mirás a los ojos y le decís que estás con él... aunque él nunca estuvo, aunque él fue egoísta, aunque no te quiso ver crecer...

Y estás con eso de que "la grandeza es saber perdonar", y aunque yo no estoy muy segura de aquello, te admiro.

La grandeza es llamarse Lucía, y ser como vos, Lucia...

e diel, 12 gusht 2007

Querida Lucía:

El aire del sur nos curtió la cara y las manos. Tenemos sal hasta en el alma, y tenemos el corazón enamorado del mar.

Cada vez que te miro metiendo "las patas" en el agua helada, me acuerdo de la primera vez que te animaste a enfrentar las olas. Tenías 5 años, la emoción a flor de piel y un shortcito a cuadros.
Sí, me acuerdo de todo eso por que fue una de las much
as veces que me dijiste "¡Mirá mamá!, ¡voy caminando sola al mar!", y con "cara de frío" y una sonrisa en la boca, te adentrabas a tu aventura hasta que el agua te llegaba a la cintura y me veía en la obligación de ir al rescate.
Hasta que vos tomaste confianza en tu amigo, el mar, y en vos misma.
Hasta que yo tuve confianza en ambos, como para dejar que vayas sola, incluso conmigo en la casa, mirandote desde la ventana grande.

Ahora metés "las patas" en el agua helada, y rápido te zambullís soportando el frío y disfrutando del romance que guardás con el mar.
Pero ya no sos tan chiquita... ya no sos chiquita, Lucía.

Tus piernas se volvieron largas, interminables. Y tus rulos se transforman en ondas, perfectas como las del mar. Tus pestañas, largas como siempre, guardan unos ojos que saben de amores y desamores. Tus manos inspiran la confianza de quienes las toman entre las suyas.
Me llena de alegría que la gente te quiera, Lucía. Me llena de alegría ese novio tuyo ,que es flor de bombón, y te llama "mi ángel". Nunca mejor definida: un ángel.

"¿Cómo es ser madre?", me preguntás... ... y Yo, con el orgullo hasta en los poros, presintiendo que, tal vez, tengas un nuevo plan de vida...
Te quiero mucho, hija.

PD: solamente cuando seas madre lo vas a entender, pero puedo adelanterte que es lo más maravilloso que puede pasarte. Tener un hijo es volver a nacer, y a crecer.